A algunos lectores el título de esta publicación les traerá el recuerdo de una época pasada en la que los vendedores de la ONCE, recorriendo las calles con sus cupones colgando en el pecho y desde sus casetas recién instaladas, nos llamaban a participar de lo que más adelante denominaron “la ilusión de todos los días”.
Lo que poca gente conoce es que esa actividad conllevaba la resolución de un interesante y complejo problema matemático derivado de la preocupación de la ONCE por facilitar las condiciones de trabajo de los invidentes, incluyendo las de sus propios vendedores.
La organización permitía a cada vendedor elegir la variedad (cantidad de columnas adjuntas de números distintos) y altura (cantidad de números iguales en dichas columnas) de esos rectángulos de cupones que conformaban su oferta de números, a los que llamaban “topes”. De este modo podía ajustarse la oferta a la clientela habitual de cada vendedor, que podía ser más o menos proclive a comprar varios números iguales para compartir entre varios, o a comprar números distintos para disponer de más posibilidades de ganar el sorteo. Cada vendedor elegía de cuántos topes de distintos tamaños deseaba disponer para poner a la venta.
La numeración de las columnas adyacentes de cada tope tenía su truco, ya que debía dar la impresión de ser muy variada, con números altos y bajos, ricos en cifras distintas y terminaciones, y que fueran distintos cada día. Para facilitar la labor de los vendedores y evitarles que cada día tuvieran que aprender el listado de todos los números a la venta, la organización pensó en una serie de reglas que permitieran deducir, a partir del número de la primera columna de cada tope, cuáles son los de los cupones de las siguientes columnas, simplemente sumando ciertas cantidades al número de la columna anterior.
Además, en la impresión de los cupones también se pretendía evitar que a un vendedor le correspondieran demasiados números de los considerados “menos vendibles” como son, según su propio argot, los números “feos” (por tener demasiadas cifras repetidas) o los “pelaos” (acabados en varios ceros), por mencionar dos ejemplos.
Como consecuencia de todo lo anterior, la impresión de cupones conllevaba configurar la disposición de una serie de rectángulos de distintos tamaños (los topes) en el interior de un rectángulo de área mayor (la plancha de la máquina impresora de cupones). Así, las distintas hojas planchadas contendrían los topes numerados según las reglas establecidas, listos para ser cortados, seleccionados y repartidos.
El problema matemático de ubicación de rectángulos es tan sencillo de formular como complejo de solucionar. En la ONCE un invidente era el encargado de resolver, de cabeza, cómo ubicar en los rectángulos de las planchas de impresión los topes de distintos tamaños solicitados por los vendedores. Provisto de una grabadora de voz en la que registrar las posiciones que iba pensando, poco a poco iba ajustando la configuración de los topes para optimizar la configuración de la impresión de los cupones de modo que no se desperdiciara papel y se simplificara el proceso de corte de los topes para su distribución entre los vendedores.
Esta era una ardua tarea, que llevaba semanas de trabajo, por lo que los vendedores sólo podían solicitar modificar su oferta de cupones unas pocas veces al año, típicamente una vez por trimestre.
Para mejorar esta situación, la ONCE pidió a AIA la creación de un algoritmo para la optimización de la impresión de cupones que permitiera disponer de impresiones distintas para cada semana e incluso para cada día. Es curioso notar que el problema de ubicar varios rectángulos dentro de uno mayor es uno de los primeros casos de uso de los computadores cuánticos actualmente en desarrollo. Siguiendo las mismas ideas algorítmicas, hace unos 20 años, AIA creó este algoritmo y lo incluyó en una solución completa que agrupaba las peticiones de topes de los vendedores, planificaba la impresión óptima y asignaba los topes impresos y cortados a los vendedores.
Gracias a esta solución, la frecuencia con que los vendedores podían cambiar de configuración de topes aumentó, permitiendo establecer variaciones para fechas o periodos clave, como festividades o periodos vacacionales en los cuales la clientela del vendedor puede variar sustancialmente. Hoy en día, dos décadas después, la solución creada por AIA sigue siendo utilizada día a día por la ONCE, siendo uno de nuestros casos de éxito más queridos y presentes.
Este 13 de diciembre de 2022, día de su patrona Santa Lucía, la ONCE cumple 84 años. Desde AIA queremos felicitar a la organización en este día y agradecer que nos permitiera llevar a la práctica con ella nuestro slogan “algoritmos para un mundo mejor”, contribuyendo con nuestra humilde aportación a apoyar la labor de la organización.